Lucy Ferreira
21 August 2011 @ 02:28 am
No one loves you.  
De buenas a primeras se enderezó y bajó las piernas de la cama, poniéndose la camiseta y el resto de la ropa. Miró hacia atrás y Timothy le clavó la mirada encima. -¿Qué miras? - Le preguntó el chico y Gwynevere solo desvió la mirada al espacio entre las almohadas. -O'Malley, dejamos en claro que yo te sirvo de consolador y tu me sirves de entretenimiento. No me mires así. - Gwen giró el rostro al frente y se anudó los zapatos como podía. -Por cierto, ve a comer algo, parece que te estés muriendo. - Declaró el muchacho, estirándose al borde de la cama donde ella estaba y girándole el rostro con una mano para besarla. Gwen se resistió pero sucumbió a los pocos segundos, cuando cerró los ojos "Kyle..." Pensó y sus besos no solo dejaron de ser rehuyentes, también se volvieron hambrientos, y fue entonces que cogió a Timothy del cuello. -Woh, Woh, O'Malley. Te portas como puta cuando te acuerdas de él. - La chica frunció el ceño y se limitó a terminar de arreglarse la ropa, los zapatos y el cabello. 

-Es bueno ver que ya te recoges el cabello. Luces como indigente con el pelo en el rostro. También deberías considerar comprarte ropa que te quede y dejar de usar la ropa de marimacho que siempre te pones. - Le recomendó y ella se quedó bien quieta antes de volver a mirarlo. -Los consoladores no hablan. - Dijo al fin en voz baja. -No tienes derecho a opinar sobre lo que me pongo o no me pongo. - Reclamó alzando un poco la voz. Timothy se rió y se sintió cohibida, así, de la nada. -Puta, te revuelcas conmigo porque tu novio ya no te quiere. Nadie te quiere, ¿Recuerdas? Deberías arrodillarte cada que me ves, claro que tengo derecho a hacerte y decirte todo lo que se me venga en gana. Soy el único que tiene los huevos para decirte las cosas como son. Cuerpo y cara bonitos, estas apretadita aún y te mueves delicioso cuando piensas en el nenazas ese. No quiero más... ni pido más tampoco. Soy tan buena persona que a veces me sorprende que haya tanta gente que me encuentra molesto o asqueroso.

Esta vez, la castaña rodó los ojos mientras se levantaba para marcharse. -Que no se te olvide... te quiero aquí a las 02:00 en punto. Antes es muy pronto y después se me habrán quitado las ganas. - La chica solo asintió esta vez y él la cogió de la muñeca. -Así me gusta. ¿Sabes? Deberías limitarte a abrir la boca solo para gemir. - La soltó al fin y ella se marchó del lugar. El estómago le rugió de forma momentánea. Pero no. Tampoco ese día iba a comer. 
 
 
Lucy Ferreira
14 August 2011 @ 07:17 pm
Mentiras Piadosas | Drabble (?)  
Estaba muerta. Se sentía muerta. Se sentía tan muerta como en aquel momento en que abandonó su hogar para marcharse a Adhlan. Tiró la espada al suelo, producto de la frustración y el cansancio y emprendió su camino para salir de las Arenas. Caminó, dejando que la gente la empujara y le diera miradas malas, de pena, de compasión. No necesitaba nada de eso. La basura de nadie. Devolvió tantas malas palabras como pudo hasta que se cansó y simplemente marchó con destino desconocido mientras se miraba las manos. Aún pensaba en él y le molestaba. Ya no le dolía; le molestaba lo suficiente como para que no pudiera dejar de importarle. Las cosas se vieron diferentes en ese momento y mientras se apoyaba en el tronco de un árbol para descansar, la iluminación llegó de forma mágica. 

Deseaba ser un Adhlan. Deseaba marcharse de ahí y vagar sola, para siempre, sin apegarse a nada ni a nadie.

Respiró intranquila, recordando. No solo fragmentos de película que pasaban en su cabeza, también el tacto de la piel de Kyle, su olor, su calor... Cerró los ojos y se dejó caer con la espalda apoyada en el árbol. Sus ojos se abrieron como platos y contemplo sus manos largo y tendido antes de cubrirse el rostro con las mismas. El malestar le llegó de golpe; le dieron nauseas y su estómago comenzó a contraerse de forma incómoda. Llevaba ya dos semanas enteras sin probar alimento o agua. ¿Podía su cuerpo expulsar algo de aquella manera? Los ácidos estomacales le dieron una respuesta corta y dolorosa. Terminó a gatas para no mancharse la ropa, no tenía ganas de ir a cambiarse. 

Dejó que su cuerpo rodara, y quedó tendida junto al paso, era consciente de que la miraban, pero no le importaba. Y se quedó mirando al vacío, y pensó que había una mejor idea que ser Adhlan. Si vivía como mortal pensaría siempre en él. Si vivía por milenios... no quería vivir con esos recuerdos. No quería vivir. 

Probablemente pareciera raro que una chica como ella se estuviera dejando morir por un mal amor. Pero las cosas no se reducían a Kyle. La verdad era que nunca se trataría solo de él, y Gwynevere estaba cansada de esperar. De servir de pañuelo y consuelo. De servir como olvido. Porque con su padre había sido así. Con Kyle había sido así. Y con Domhnall también. 

Su padre recordaba al amor de su vida, Kyle olvidaba a su padre, y Domhnall trataba de reparar los errores que en realidad no cometió con su madre. ¡Ella no era una segunda oportunidad! Para nadie. Tampoco quería serlo para si misma. Quería abrir los ojos y descubrirse a si misma en otro lugar, ese lugar lleno de blancura que en las películas figuraba como cielo. Quería ver a su madre, abrazarla y quedarse a su lado. Hundió la cabeza en sus brazos y sus dedos entre su cabello, tirando de él mientras se estremecía para evitar los sollozos. ¿Quién era?, ¿Por qué estaba ahí? De nuevo, el estómago le molestó. Pero esta vez no hubo arcadas, solo dolor punzante y largo. Ese dolor que anunciaba que el estómago necesitaba alimento, pero intensificado. Tenía la boca seca, las lágrimas no le salían. El rojo del que estaba teñida su mirada le dió miedo pero luego... se quedó dormida, o al menos eso le pareció. Despertó en el mismo lugar, varias horas más tarde, pero ya no sentía tristeza. 

La gente no se había interesado por ella ni un poco. 

Comenzó a pensar y a preguntarse varias cosas. Si su madre no le hubiera suplicado a su padre que cuidara de ella probablemente hubiera terminado en un orfanato, o peor... en la calle, a su suerte, sin ser más que una bebita de horas de nacida. Pensó que si muriese ahora, él lloraría para siempre la perdida de su esposa, y la perdida de la imagen de la misma pero no la lloraría a ella. No era más que el recuerdo de que su madre había sido infiel. Lo mismo todas las personas que había conocido y se habían atrevido a decirle que la querían cuando el sentimiento era claramente de otra naturaleza. 

Se levantó al fin, tras haber decidido que morir en la vía pública no era lo más halagador el mundo. Y ahora se preocupaba por estupideces... quiso reírse pero solo hizo que el estómago le ardiera de nuevo, así que desistió. Su cuerpo volvió a encontrarse con el suelo a unos diez pasos más o menos de donde se había levantado. Estiró los brazos, empujándose hacia arriba, pero colapsó a pocos centímetros. No podía levantarse. 

Hacía frío, hacía pocos minutos que había comenzado a llover... suspiró, tragando varias veces, aún si no había saliva para tragar y se hizo un ovillo, abrazando sus rodillas. Se dejó llevar por el suelo que el frío y la humedad le trajeron. Sintió que alguien la empujaba, con fuerza, y lo sintió porque realmente, no podía saber si le dolía o le resultaba agradable. Con los ojos entreabiertos alcanzó a ver unos ojos parecidos a los suyos y su cabeza se fue hacia atrás conforme esa mirada se acercaba. -¿M-me levantaste? - Preguntó con voz ronca antes de acurrucarse en el pecho de quien la cargaba ahora entre sus brazos. -¿Por qué me levantas del piso? Déjame... a fin de cuentas vas a hacerlo. 

-No Gwen, ya no. A menos de que me lo pidas... no lo haré. 
-Sabes que jamás te pediré que te vayas.
-Lo sé. 
-... Lo sé. -
Terminó de hablar con gesto de tranquilidad, antes de cerrar los ojos... y dejarse dormir de verdad.